MIGRACIÓN
¿Se puede vivir sin poesía?
Tal vez.
Tal vez haya quienes siempre aprisionen
a sus pájaros.
Mas yo no puedo evitar que los míos
vayan buscando por la vida y por la muerte
los puertos amarillos de Neruda
(Del libro “Oscura Fotosíntesis del Día, 1994)
ENTRE LO DICHO Y LO NO DICHO
Uno como que inventa los días,
cuenta con ellos sin contarlos;
los imagina en fila india tras la puerta
siempre fieles a cualquier convocatoria.
Pero sucede que a veces
los días también juegan con uno,
lo cuentan,
lo imaginan,
lo extienden y destienden
sobre la soledad como a los pájaros
y uno no sabe por qué rayos
el viernes comienza a ser domingo,
el domingo desierto,
el desierto cansancio,
hasta que irremediablemente,
entre lo dicho y lo no dicho,
uno descubre que ha caído lejos del remanso,
que precisa de la poesía más cercana,
que tiene sed del corazón de Sonia.
(Del libro “Oscura Fotosíntesis del Día, 1994)
Las aguas
dejan algo en el espíritu
-polen o sueño-
huellas antiguas de profetas
génesis y éxodos
cercanos al resurgimiento
de otras pieles y generaciones
con las manos abiertas al cielo
buscando en la inmensidad
la pandereta
de una luna propicia
de un himno a ser cantado
con la invisible cítara del SER.
(Del libro “Escribir sobre la Púrpura”, 1994)
Uno recorre vidas y caminos
siempre antiguos
siempre nuevos
y puede en cualquier cruce de piedra
o sentimiento
desembocar en la Calle de la Amargura
allí donde ese cuerpo
nos sale al encuentro
inevitable
muro de lamentos
donde sangrar
claridades imposibles.
(Del libro “Escribir sobre la Púrpura”, 1994)
DESVELO
De tanto pesarle la cortedad del día
él, que no tiene alas para seguir al sol y detenerlo,
duerme con desgano algunas noches y se sueña todo aire.
Entonces vuela,
vuela incansablemente sobre las vastas extensiones
aledañas
sin saber que su brillo me cerca
que me agobian sus preguntas furtivas
que su trémulo verdor encuentra en mí reflejo
que su aliento logra disiparme.
Me levanto y cierro las ventanas
no quiero escuchar su honda queja
no puedo responderle
no sabe que tampoco tengo alas
que también me desangro por dentro
que no puedo sacar al sol de su escondrijo
que lo alto me resulta indescifrable
que yo también duermo y me sueño todo líquido
durmiendo boca arriba sobre un lecho de algas
movedizas.
Pero es testarudo este Lago.
Cuando despierto en altas madrugadas
sigue allí rondando, invisible, exhausto,
puro monte de tanto volar al ras sobre guayabos
y oréganos
lloviendo sin cesar en la ventana.
(Poema incluido en la Antología “El lago de los poetas” de Jesús A. Parra y Carlos Ildemar Pérez 1994).
A LO MÁS APARTADO
Cuántos amores
nubes
como gentes idas.
Nada es definitivo
ni siquiera el alba
que despunta
en gerundios.
Duele la falsedad
aún aquí
entre hierbas.
Las reses
estamparon sus huellas
en el barro
pero nada regresa.
El día ha sido un saco
descosido.
Nuestras manos
cal.
Cuántas nubes idas
amores de una gente
de cardo y chubasco
en cuyo desaparecimiento
nada se ha devuelto,
ni siquiera las espinas.
(Del libro “Hombre de Cielo Intenso”, 1995)
EL DUIDA DESDE AQUÍ
Responder verde
aducir con estaciones tropicales
a senda en casi páramo
y allí Dios
niebla de llama que llama
crea un consuelo forestal
itinerarios
ríos de agua escrita
en temporales sin tiempo
en la lenta ascensión de otros peregrinos
cuando sobreviene la caverna
y aún no cesa nuestra búsqueda
el ala de saberse cuerpo
por siempre intrincado
por siempre cercano
tepuy y vuelo.
(Del libro “Hombre de Cielo Intenso, 1995)
todo el eros del sueño
trajo a ti memorias de sedas y cejas besadas
en estaciones impropias
destiempos del alma
donde una porción de adolescencia ajena a los meses
renace en otro tacto
en una extraña manera de fidelidad
incomprensible para quien no haya visitado este jardín
este oasis revuelto y resguardado en gavetas de sábanas
más allá de las dunas y las quejas
hacia el relámpago deseado en la pupila que te sigue
en la extrema rosadez de un mar de nubes
(Del libro “Rosas de Magdala”, 1998)
Natalie Wood ha pedido un sobretodo en abril
y en su mirada ya ningún reflejo responde
cuando el “Splendor in the grass” de Wordsworth
se recita en el televisor
libélulas rodean cervezas goteantes
en abdómenes de mango
aunque siga siendo invierno
las rosas predilectas de Ingrid Bergman
siguen intactas ahí
como si tan solo su sueño bastase
para que el tiempo no despierte
y jóvenes abejas permanezcan
mis manos adquieren dimensiones necesarias
para tomar el poco brillo disponible
loco de siete noches secas
soy un cardo abandonado en lo escrito
mis señoras y rosas preferidas
te adolecen
(Del libro “Rosas de Magdala”, 1998)
ANUNCIACIÓN
Sonora urdimbre: La voz
cada símil, hipérboles,
hiperbatones,
silenciosidad a ser bordada en amorosa rueca,
hilaje de los trópicos,
seda de Madagascar.
Urdimbre sonora el calor de su manto,
el sudor feliz que provoca
tuyo y purpúreo
sobre tu ángel aterido en la planicie
desde su afer ventus,
su meditación.
(Del libro “Crismas en el piano”, 2003)
¿QUÉ?
Qué interpretación daría a estos símbolos,
qué serían para mí los carruseles,
las montañas rusas del pensamiento,
los laberintos borgeanos de la suspicacia,
la cábala de mi similitud con lo morible.
Qué sería de mi fe,
sino te hubiese oído así de dócil
en la extrema delicadeza de la ternura,
alimentando protozoarios y organismos,
TÚ
que te han llamado ingeniero de quasares
y en años-luz hablaste poesía.
(Del libro “Crismas en el piano”, 2003)
SEA OF SMILES
Re-querido
de aquel contactar volvíase de un sueño surreal,
desvariando entre la lucidez de la eyaculación,
la consternación incólume ante tanta sensitividad
para verter asimismo lágrimas que ella aprendió a redimir y a lamer.
Ni el semen ni los flujos ni el mar.
La saladez era del alma
que de morir nadaba rediviva.
(Del libro “De inagotable secreto”, 2006)
MANIFIESTO GREGORIANO
Cómo hacer entender
a los posdoctorados inquisidores del limbo,
a los apóstatas de la Arcadia y traficantes del unicornio azul,
que este Belén que pienso y poseo
no es Hamelin ni Liliput.
Que es verdad para mí supraconstatada,
como que otro de mis nombres es Alonso Quijano Vílchez,
y he llevado mis dedos incrédulos a la fisura de la tinta;
que no me sirven ni seducen todos esos himnos huecos tan tarjetahabientes
ni me intimidan sus conjuros fatuos que increpan:
¡ATRÉVETE A MÁS!…….¿VAS A ARRUGAR?,
que mi religión va mucho más allá de la insolvencia y la insolencia
que no voy a seguir a las turbas y su caceroleo flautista
que voy a quedarme en esta casa de la página con mi estrella innubilable,
que me sabe a mierda el evangelio de sus males
-perdón, quise decir malls-
que en mi ciudad amada no se habla de reyes que quitar o poner
que jamás ni nunca podrán departamentalizarme el alma
ni de la poesía hacerme saltar la talanquera.
(Del libro “De inagotable secreto”, 2006)
LA RESURRECCIÓN DE LA ROSA
“…Ambarina entonces, mas no fosilizada. Sí respirante en renuevos, afogajada en abril lubricación ¿Has visto a una rosa entregarse bajo la tempestad, su cautivante sumisión a los relámpagos, su cópula de luz, su valseo sordo con los truenos? ¿La has contemplado, seducida, resurgir en el agua?…”
(Del libro “Las Urdimbres Sonoras”, 2007)
ELUARD, INTACTO
“… La aurora de los brazos se hace prístina cuando el estío sucede al beso .Lo
amado de decir tocando hasta que arda doliendo la delicia. La pradera del cuerpo que deseamos está también aquí en la convexidad porosa de las frases. Siéntela, mas no intentes traducirla…”
(Del libro “Las Urdimbres Sonoras”, 2007)
LAS RUINAS CIRCULARES DEL SR. F.R. DAVID
Imaginar que somos despertados en inédita manera en duermevela. Presentir los codos de los árboles extendiéndose al relente profundo de otras cordilleras. Y desde ese prodigio, al abrir las córneas, la juventud con su elixir nos invadió en sonidos blancuzcos de nube. Como en 1983 (Rocket blue), volvimos a la realidad de los cuentos nibelungos, absorbidos al final del día, atrapados entre el recuerdo de los sándalos y los parpados en oclusión, para inaugurar otro despertamiento del óleo para recolorear un futuro, como un resueño, como un despierto regresar a los cartones y a las caricaturas donde Mafalda podía imaginar un ensayo atómico de amor contra el averno y voltear, así de simple, otra página sin cuenta regresiva aquí en la Tierra.
(Del libro inédito: “El Apacible”, texto incluido en la Antología “En-obra”, Antología de la Poesía Venezolana 1983-2008 de Gina Saraceni).